Un sistema de control es un conjunto de dispositivos encargados de administrar, ordenar, dirigir o regular el comportamiento de otro sistema, con el fin de reducir las probabilidades de fallo surgidas en las variables de proceso respecto de unos valores determinados, que se consideran óptimos para conseguir las propiedades requeridas en el producto producido y obtener los resultados deseados.
La implantación de un adecuado sistema de control de proceso, que se adapte a las necesidades de nuestro sistema, significará una sensible mejora de la operación. Principalmente los beneficios obtenidos serán:
+ Incremento de la productividad
+ Mejora de los rendimientos
+ Mejora de la calidad
+ Ahorro energético
+ Control medioambiental
+ Seguridad operativa
+ Optimización de la operación del proceso/utilización del equipo
+ Fácil acceso a los datos del proceso